Mientras la revolución tecnológica transforma nuestras formas de vida, trabajo y comunicación, una corriente ética y transformadora gana terreno: el humanismo digital. En el marco del XII Congreso Nacional de CEOMA, que se celebra el 24 y 25 de abril en Vigo, esta visión se convierte en una de las protagonistas para replantear el papel de las personas mayores en la era digital.
Uno de sus más firmes defensores es José Manuel Azorín-Albiñana, presidente de Emancipatic, que comparte una propuesta que entrelaza tecnología, dignidad y justicia social. El especialista en inclusión de personas mayores moderará la mesa de diálogo sobre Humanismo Digital que tendrá lugar en el Congreso, al que te animamos a inscribirte o asistir vía streaming.
«El humanismo digital es una corriente filosófica que reinterpreta la relación entre tecnología y sociedad, subordinando el progreso técnico a objetivos humanísticos», señala Azorín-Albiñana. Desde su experiencia como ingeniero, formador y activista digital, defiende una idea central: «Hay que tener la convicción de que, como así ha sido históricamente, la tecnología debe utilizarse como herramienta para construir un mundo más justo».
La ética como código fuente
Frente a una visión instrumental de la innovación, Azorín-Albiñana articula un enfoque profundamente ético sustentado en cinco pilares: la centralidad antropológica («la tecnología como extensión de capacidades humanas, no como sustituto»), una ética proactiva en el diseño de sistemas, una inclusión radical, la sostenibilidad integral y el empoderamiento crítico.
Este último implica una transformación educativa profunda: «La alfabetización tecnológica debe evolucionar hacia una pedagogía crítica que enseñe no solo a usar herramientas, sino a comprender sus implicaciones sociales». Desde Emancipatic se ha comprobado que «la formación intergeneracional —jóvenes enseñando a mayores y viceversa— crea ecosistemas de aprendizaje mutuo» que trascienden la simple capacitación técnica.
Diseñar para personas, no solo para usuarios
Una de las propuestas más sugerentes que Azorín-Albiñana lleva al Congreso CEOMA es el cambio de paradigma en el diseño de productos tecnológicos. «La implementación efectiva exige trascender el enfoque ‘user-centric’ hacia un paradigma ‘human-centric’, donde equipos multidisciplinares integren psicólogos, sociólogos y expertos en ética desde la fase conceptual».
Desde Emancipatic y en colaboración con COTI, se han desarrollado soluciones como «interfaces de voz adaptadas a deterioros cognitivos» que reducen la curva de aprendizaje digital en personas mayores. Se trata, tal y como recalca el experto, de poner la tecnología al servicio de la accesibilidad y el bienestar, no de imponerla.
Tecnología contra la soledad no deseada
Los desafíos del envejecimiento poblacional y la brecha digital están directamente relacionados con fenómenos como la soledad. Según CEOMA, el 64 % de las personas mayores en España la experimentan, un dato que Azorín-Albiñana considera alarmante.
Aquí, la tecnología puede —si se diseña con empatía— ofrecer soluciones transformadoras. Desde la realidad virtual terapéutica de MemoriaVR, que permite a personas mayores revivir lugares significativos de su pasado, hasta chatbots de acompañamiento emocional o sensores IoT que detectan signos de depresión, emergen nuevas formas de cuidado tecnológico centrado en la persona.
«Frente a la automatización descontrolada y la economía de la atención que mercantiliza datos personales, el humanismo digital propone un contramodelo donde la IA sirva para potenciar la creatividad humana en lugar de reemplazarla», afirma.
Redefinir el envejecimiento activo
El Congreso de CEOMA propone, además, una visión transformadora del envejecimiento activo. Lejos de imaginar a las personas mayores como sujetos pasivos del progreso, el objetivo es convertir la longevidad en capital social.
«Los programas de mentoría inversa donde seniors forman a jóvenes en habilidades blandas están demostrando su eficacia», afirma Azorín-Albiñana. Y los datos lo confirman: empresas con equipos intergeneracionales aumentan un 28% su productividad, según CEOMA.
Gobernanza tecnológica con participación ciudadana
En lo político, el humanismo digital no se contenta con prohibiciones o marcos punitivos. «La regulación debe trascender marcos sancionadores para incluir mecanismos de co-creación ciudadana», defiende el presidente de Emancipatic. Con ello, aboga porque la gobernanza tecnológica permita a las personas mayores participar activamente en el diseño y evaluación de las políticas digitales que les afectan.
Economía plateada y oportunidades sostenibles
Más que un reto, el envejecimiento demográfico es, en palabras de Azorín-Albiñana, «una oportunidad económica y cultural». Con un mercado creciente hacia 2030, iniciativas como el Silver Tech Hub de Madrid están impulsando startups que combinan innovación tecnológica con impacto social.
«Desde wearables que monitorizan la salud cardiaca hasta plataformas de turismo accesible, el humanismo digital puede ser la brújula que oriente este nuevo ecosistema hacia la sostenibilidad y la equidad», añade.
Mantener la primacía de las relaciones humanas
¿Y si los robots también pudieran cuidar? Aunque el reto ético es grande, algunos proyectos pioneros —como PARO, una foca robótica terapéutica— muestran cómo la IA puede suplir algunas carencias afectivas, especialmente en residencias.
Pero Azorín-Albiñana es claro: «El reto ético radica en mantener la primacía de las relaciones humanas mientras se usan estas herramientas como complementos». No se trata de sustituir el afecto, sino de apoyarlo y enfatizarlo.
Conclusión: de beneficiarios a arquitectos del cambio
“El humanismo digital trasciende lo tecnológico para convertirse en un movimiento cultural que redefine nuestro contrato social con la innovación», concluye José Manuel Azorín-Albiñana. Para que esta transformación sea real, se requieren alianzas a todos los niveles: desde talleres comunitarios hasta marcos legislativos globales.
El Congreso CEOMA 2025 dará mayor visibilidad a todos estos retos, pero también pretende promover una hoja de ruta para convertir a las personas mayores en protagonistas activos de su propia inclusión digital. Como subraya Azorín-Albiñana, «la verdadera transformación surge cuando la tecnología se entiende no como fin, sino como medio para amplificar lo mejor de nuestra humanidad compartida».