Bajo el título ‘La brecha digital: determinante social que impacta en la salud’, la Jornada SENES 2025 celebrada en el Centro de Servicios Sociales Guindalera de Madrid puso el foco en los efectos que la exclusión digital tiene en la vida de las personas mayores.
La iniciativa, impulsada por el Departamento de Servicios Sociales del Distrito de Salamanca y gestionada por la Asociación Bienestar y Desarrollo Grupo ABD, reunió a expertos de diversos ámbitos para ahondar en uno de los grandes retos sociales del envejecimiento: la desigualdad en el acceso a la tecnología.
La jornada sirvió para dialogar y alcanzar consensos en torno a los retos y oportunidades que existen en el ámbito del envejecimiento activo, la inclusión social y la salud comunitaria.
A lo largo de las diferentes sesiones, se debatieron los efectos que la brecha digital tiene sobre la autonomía, la participación social y, de forma destacada, sobre la salud de las personas mayores.
Los datos son claros: más del 40 % de los mayores de 65 años no se sienten cómodos utilizando herramientas digitales, y cerca del 29 % no utiliza Internet. Esta situación limita el acceso a servicios clave como la banca online, la telemedicina o incluso la comunicación básica con familiares y amigos.
Un obstáculo con múltiples aristas
Durante el evento se puso de relieve que, entre los principales factores que alimentan esta brecha, destacan la falta de formación digital adaptada a las necesidades y ritmos de aprendizaje de las personas mayores, las dificultades físicas y cognitivas —como problemas de visión o memoria— y el miedo a equivocarse o a ser víctimas de fraudes. A ello se suman las barreras económicas: no todas las personas mayores pueden costearse un dispositivo adecuado o una conexión estable a internet.
A pesar de estas dificultades, las cifras también muestran una progresiva integración digital. El uso de smartphones entre los mayores de 65 años se ha triplicado en la última década, y un 23,7 % realizó compras online en el último trimestre de 2022. Sin embargo, cerca del 30 % de este grupo de edad sigue sin acceso a ningún tipo de dispositivo tecnológico, lo que evidencia una brecha aún significativa.
Proyectos que marcan la diferencia
La cita permitió exponer diversas iniciativas dirigidas a paliar esta desigualdad. Desde talleres de alfabetización digital gratuitos impulsados por el Ayuntamiento de Madrid y entidades como Ceoma, hasta propuestas innovadoras como las de Emancipatic, que promueven el acceso seguro y acompañado a los entornos digitales.
Asimismo, la Estrategia España Digital 2025 establece metas claras para garantizar la conectividad universal y el desarrollo de competencias digitales en toda la población, con especial énfasis en los colectivos más vulnerables.
Claves para cerrar la brecha
Los expertos coincidieron en la necesidad de aplicar estrategias integrales que combinen formación digital personalizada, tecnología adaptada y políticas públicas inclusivas.
También se subrayó la importancia de fomentar redes de apoyo intergeneracional, impulsar el diseño de interfaces accesibles y crear repositorios de información clara y actualizada sobre el uso de servicios digitales.
Un reto colectivo con dimensión social y sanitaria
El Proyecto SENES, marco organizador del evento, es una iniciativa orientada a mejorar la calidad de vida de las personas mayores. Su propósito principal es favorecer el desarrollo pleno de este colectivo en su propio entorno y domicilio, previniendo situaciones de exclusión, aislamiento o vulnerabilidad.
«La digitalización no puede ser una barrera más», concluyeron los organizadores, «sino una herramienta que garantice el derecho a envejecer con dignidad, salud y plena ciudadanía».
Para ello, tal y como quedó patente, debe apoyarse en los recursos disponibles tanto del ámbito público como del tercer sector, promoviendo la autonomía personal, la participación activa en la comunidad y la incorporación de una perspectiva de género y diversidad.
Así pues, la Jornada SENES 2025 deja como principal conclusión que cerrar la brecha digital no es solo una cuestión tecnológica, sino una prioridad social y sanitaria que requiere la implicación de administraciones, entidades sociales y ciudadanía.