Los próximos 24 y 25 de abril tendrá lugar el XII Congreso Nacional de Organizaciones de Mayores, Allí estaremos representantes de Emancipatic, entre ellos nuestro presidente José Manuel Azorín-Albiñana, que será el encargado de moderar de la Mesa de Humanismo Digital.
En el contexto de los preparativos de esta cita ineludible con la inclusión de las personas mayores y su valorización en la sociedad digital, conversamos con Oriol Vicente, arqueólogo y coordinador del Clúster de Innovación e Investigación en Patrimonio Cultural de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Su trabajo se sitúa en la intersección entre tecnología, historia y comunidad, y busca nuevas formas de preservar y compartir el patrimonio cultural a través de herramientas digitales. Su mirada nos invita a entender la digitalización no como una amenaza a la experiencia física del pasado, sino como una aliada para democratizar el acceso, generar participación intergeneracional y fomentar una ciudadanía más crítica y conectada con su entorno.
A lo largo de la entrevista, Oriol nos habla sobre el poder de la memoria oral, la importancia de los proyectos colaborativos como la Wikipedra, y el rol que pueden jugar las personas mayores en la conservación activa del legado cultural.
También reflexiona sobre los desafíos éticos de la digitalización y el valor de las humanidades en un mundo cada vez más tecnológico. Una conversación que nos recuerda que el patrimonio no es solo lo que se hereda, sino también lo que se cuida, se comparte y se reinventa.
-¿Qué papel juega la innovación digital en la preservación y difusión del patrimonio cultural?
Innovación significa hacer las cosas de otra manera. Crear y aplicar ideas nuevas y mejoradas para resolver problemas o satisfacer necesidades. Los mismos problemas y necesidades que siempre hemos tenido con el Patrimonio, con el legado de las sociedades pasadas, gracias a la tecnología digital las podemos hacer de una manera más efectiva.
Con las nuevas tecnologías podemos continuar preservando y conservando el patrimonio cultural de una forma más eficiente. De la misma forma a nadie se le escapa que la difusión de este mismo patrimonio, gracias a las nuevas formas de comunicación, como pueden ser las redes sociales, nos permiten llegar a mucha más gente y de nuevas maneras.
-El XII Congreso Nacional de Organizaciones de Mayores enfatiza la importancia de la participación activa de las personas mayores en la sociedad. ¿Cómo crees que las tecnologías aplicadas a las humanidades pueden contribuir a conectar a las generaciones mayores con su propio patrimonio cultural?
Puede haber diferentes formas en que las personas mayores aporten conecten con el patrimonio. Las personas mayores son contenedores de experiencias, son portadores de las sociedades pasadas. Cuando vamos viviendo vamos transitando por diferentes modelos, formas de sociedades.
Por ejemplo, no es lo mismo la sociedad de los años 70 que la sociedad de la transición que la sociedad de los 90. Estas personas mayores preservan los recuerdos, las vivencias en primera persona, y eso es fantástico y único. Antes, sólo la tradición oral podría preservar el conocimiento, luego, con la escritura, los libros.
Ahora, gracias a la tecnología podemos preservar una gran parte del ecosistema donde han vivido y viven estas personas: la música, los libros, el entorno de los años pasados podemos llegar a capturarlo a través de lo digital y preservarlo para el futuro. Algunos casos de participación de este colectivo puede ser la memoria oral, que gracias a las nuevas tecnologías es mucho más fácil de captar, acceder y compartir.
Proyectos de ciencia ciudadana basados en la participación del sector de personas mayores nos pueden aportar aquellas miradas que de otra forma son más difíciles de conservar. Y muchas veces esta relación se establece a través de lo digital.
-En los últimos años has trabajado en la intersección entre patrimonio e innovación social digital. ¿Podrías mencionar ejemplos de proyectos en los que la tecnología haya permitido acercar la historia y la cultura a un público más amplio, incluyendo a las personas mayores?
La innovación social digital se refiere al uso de tecnologías digitales para abordar desafíos sociales y mejorar la calidad de vida de las personas. Esto puede incluir el desarrollo de aplicaciones, plataformas en línea, y herramientas digitales que faciliten la colaboración, la inclusión social, y la solución de problemas comunitarios. La idea es aprovechar el poder de la tecnología para generar un impacto positivo en la sociedad.
El patrimonio no está exento de ser un factor, un recurso más que podemos aprovechar para abordar estos desafíos. Si entendemos el patrimonio en su acepción más amplia, incluyendo el natural, inmaterial, social, etc., nos daremos cuenta de que puede ser una herramienta muy potente, porque nos conecta, no solo con el pasado, sino con nuestro presente y la idea de futuro que queremos.
En las zonas rurales, el patrimonio toma un papel muy importante en la conservación y desarrollo. Para ello es muy importante inventariarlo y preservarlo. Un ejemplo que me gusta mucho y en el que he colaborado es el de la Wikipedra. El proyecto Wikipedra es una iniciativa colaborativa desarrollada por el Observatori del Paisatje de Catalunya en colaboración con ADRINOC (Associació per al Desenvolupament Rural Integral de la Zona Nord-Oriental de Catalunya).
Su objetivo principal es inventariar, catalogar y difundir el patrimonio de construcciones de pedra seca en Cataluña. Las construcciones en pedra seca fueron muy importantes durante los siglos XVIII y XX, porque eran infraestructuras de la industria de la vitivinicultura y la fabricación de alcoholes. En mi pueblo, en el Vallés, un gran grupo de personas mayores, jubiladas, quedan cada martes para ir a buscar y reconstruir este patrimonio que ha quedado olvidado. A
través de la plataforma Wikipedra, estas personas contribuyen añadiendo información sobre estas construcciones, como cabañas, muros y otros elementos arquitectónicos tradicionales. La base de datos incluye detalles sobre la ubicación, el estado de conservación, la tipología y las características arquitectónicas de cada construcción. Así como la experiencia personal de cada uno de ellos, ya que cuando eran pequeños, sus padres y abuelos las utilizaban, y por tanto esta memoria colectiva queda registrada.
Por otro lado, el proyecto no solo ayuda a preservar el patrimonio cultural, sino que también promueve la participación ciudadana y la sensibilización sobre la importancia de estas estructuras en el paisaje rural y facilita el uso de las tecnologías por parte de las personas mayores, disminuyendo la brecha digital.
-El acceso al patrimonio cultural ha cambiado con la digitalización. ¿Qué oportunidades y desafíos plantea el uso de herramientas digitales como la realidad virtual o la inteligencia artificial en la interpretación del pasado?
La digitalización ha transformado significativamente el acceso al patrimonio cultural, ofreciendo tanto oportunidades como desafíos. Entre las oportunidades, destaca la accesibilidad y democratización, ya que permite que personas de todo el mundo accedan a colecciones y sitios patrimoniales que de otro modo serían inaccesibles. Esto democratiza el acceso a la cultura y el conocimiento.
Además, herramientas como la realidad virtual (VR) podemos acceder de nuevas formas a sitios históricos y arqueológicos, permitiendo a los usuarios experimentar el pasado de nuevas formas, lo que enriquece la experiencia del visitante y puede ser una herramienta educativa poderosa.
La digitalización a partir del láser o la fotogrametría permiten la creación de modelos 3D detallados de artefactos y sitios históricos, ayudando en su preservación y restauración. Estos modelos pueden ser utilizados para estudiar y restaurar piezas sin riesgo de dañarlas o incluirlas en visitas virtuales o videojuegos.
La IA también puede analizar grandes volúmenes de datos históricos y arqueológicos, identificando patrones y proporcionando nuevas perspectivas que serían difíciles de detectar manualmente.
Sin embargo, también existen desafíos. Hay que asegurar que las reconstrucciones digitales sean precisas y auténticas, ya que la interpretación errónea de datos históricos puede llevar a representaciones inexactas del pasado.
La implementación de tecnologías avanzadas como la VR y la IA puede ser costosa y requerir recursos significativos, lo que puede ser una barrera para muchas instituciones culturales. Aunque la digitalización democratiza el acceso, también puede crear una brecha entre aquellos que tienen acceso a la tecnología necesaria y aquellos que no.
-Desde tu experiencia en arqueología y tecnologías de la información aplicadas a las humanidades, ¿cómo podemos evitar que la digitalización del patrimonio reemplace la experiencia física y sensorial de la historia?
Nunca una experiencia digital va a reemplazar una experiencia física. El patrimonio no se entiende sin su contexto, por tanto la historia tampoco. Gracias a las nuevas tecnologías podemos acercar y podemos democratizar el acceso a este patrimonio, que es el resultado de los procesos históricos.
También podemos hacer que estas experiencias físicas estén acompañadas de una capa de información mucho más amena, mucho más accesible y mucho más amplia. Podemos aumentar estas realidades, pero la realidad y la relación que tenemos con ella siempre va a ser física.
Se ha hablado bastante de la deslocalización del patrimonio por culpa de las nuevas tecnologías, pero ha sido al revés, es decir, se ha generado un nuevo producto que explica incluso mejor el patrimonio y la historia.
Las experiencias inmersivas que pueden ir viajando de ciudad en ciudad, como aquellas que se están exponiendo ahora sobre la obra de Van Gogh o de Dalí, nunca sustituirán a sus obras, pero sí que nos permiten mirarlas desde otra perspectiva. La imprenta no sustituyó a la escritura, igual que el vídeo no mató a la estrella de radio. Son medios diferentes para lo mismo.
-La digitalización del patrimonio cultural puede ser una herramienta inclusiva, pero también puede generar nuevas brechas de acceso. ¿Cómo podemos asegurarnos de que las personas mayores tengan las herramientas necesarias para disfrutar y participar en estos espacios digitales?
Educación, formación y acceso a la tecnología de bajo coste. Es increíble que todavía tengamos que pagar internet en casa.
-Muchos museos y centros de patrimonio están adoptando estrategias digitales para llegar a nuevos públicos. ¿Qué buenas prácticas destacarías en la adaptación de estas experiencias para personas de diferentes generaciones?
Todas aquellas que nos permitan acceder de forma conjunta, no individualizada. No podemos pensar en un proyecto intergeneracional si no podemos poner a las generaciones juntas. Un acceso desde casa o con una gafas de RV no es operativo para este propósito.
-La digitalización del patrimonio cultural también plantea retos éticos, como la propiedad de los datos o la preservación de la autenticidad histórica. ¿Cómo podemos equilibrar la innovación con el respeto por el patrimonio y sus comunidades?
La autenticidad histórica no existe, ya que la historia es una ciencia y como tal no es una verdad irrefutable. Sí que tenemos centros de investigación y personas que publican en revistas científicas, o plataformas como Wikipedia que se autorregulan. Es lo de siempre: ¿qué será más verídico, las noticias de la BBC o un post en TikTok de un influencer?
Con la digitalización pasa lo mismo. Depende de quien y para qué. Por lo que respecta a la propiedad de los datos, yo soy del parecer de que cualquier elemento que etiquetemos como patrimonial debe ser público. Por tanto, la propiedad es de las comunidades que lo reconocen. Nos hemos dotado de unos instrumentos para su gestión, que son los garantes y custodios de algunos de estos patrimonios.
Es muy importante que desde los museos, archivos, bibliotecas, etc. se generen plazas con perfiles tecnológicos que sepan cómo garantizar que aquello digital es lo más fiel a la realidad y que toda la información asociada esté disponible y esté verificada.
-En un mundo cada vez más tecnológico, ¿qué rol deberían jugar las humanidades y el estudio del pasado en la construcción de un futuro más ético e igualitario?
Para mí es la piedra angular. No podemos pensar en futuros éticos y equilibrados sin una aproximación crítica a nuestro entorno, a nuestra sociedad, que es el fruto de nuestra propia historia. Y de eso tratan las humanidades precisamente, de generar visiones críticas y proponer nuevas formas innovadoras de regular el estado de las cosas.
-¿Cómo imaginas el futuro del patrimonio cultural en un mundo digitalizado? ¿Crees que la tecnología permitirá nuevas formas de conexión con nuestra historia, o existe el riesgo de una desconexión con las experiencias reales del pasado?
La digitalización tiene un impacto mucho mayor que la imprenta. Ya en pocos años nos hemos dado cuenta de ello. Por lo tanto, nos permitirá acceder a la historia como nunca hemos podido antes. Por eso es imprescindible ser muy críticos y estar abiertos a que las teorías y las aproximaciones puedan cambiar.
No imagino un mundo completamente al margen del entorno natural, sí que imagino un mundo donde la tecnología nos pueda ayudar a ser más humanos, y por lo tanto conectar mejor con nuestro pasado, nuestros ancestros, y poder caminar de forma más eficiente hacia un futuro más justo, resiliente y sostenible.